martes, 7 de diciembre de 2010

La Mansión II - Capítulo 2º


Sombra by:PegasusFenix (Deviantart)

Capítulo 2º
Sin Sombra

Los pasos se escuchaban en el inmenso pasillo, pero la tormenta hacía que sus pasos se convirtieran en murmullos. Lo que no conseguía ser ocultado por la lluvia y el rugir de los truenos eran esas palabras, un conjunto de estrofas sin sentido que repetían una y otra vez. Gustav avanzó hasta ponerse a escasos metros de la puerta,  un escalofrío le recorrió la espalda al escuchar más de cerca los bisbiseos de las brujas y los agonizantes gritos de una muchacha indefensa ante ellas. Empujó con sus manos temblorosas la puerta pero un grito desgarrador le dejó petrificado, apartó sus manos de la superficie y retrocedió asustado, cuando se percató de un sonido tras él, se giró lentamente hasta verla a ella observarle con esos ojos inexpresivos. Blanca se movió hacia la gran  puerta de madera haciendo esos extraños sonidos de engranajes al moverse, y la abrió de par en par mostrándole al muchacho la macabra escena que se escondía tras la puerta. Gustav llevó su mano al rostro, y observó el interior; una habitación pequeña, iluminado con unas tristes velas que daban una tenue luz a lo que pasaba dentro, ellas seguían con su ritual, repitiendo esas palabras. Las cuatro rodeaban a la chica y entonces supo lo que ocurría, por fin comprendió que tenía que actuar rápido.  Se aproximó hacia las cuatro brujas que permanecían ignorando la presencia del chico, apartó bruscamente a una de ellas y lo vio.  La chica se encontraba tendida en el suelo dentro de una especie de dibujo, no tardó en descubrir que se trataba de esa estrella de cinco puntas. Su cuerpo yacía totalmente desnudo e impregnado en sangre, que aún emergía de ella. La habían abierto en franja sin pudor, destrozando sus huesos, penetrando su carne y desgarrando su fina piel. Las viseras se asomaban por el gran hueco que se extendía desde la garganta hasta la parte inferior de su vientre, y se esparcían por el suelo.
Gustav miraba afligido el cuerpo de la pobre chica, y no pudo evitar encontrar similitudes con la niña que halló en el bosque. La rabia se apoderó de él. Había vuelto a fallar, había permitido otra muerte estando tan cerca de esa joven y pudiendo haberla salvado.
– Sé que estás enfadado –. Dijo Éline levantándose del suelo –.  Sé que ahora mismo quieres matarme. No te molestes, no puedes hacer nada. Es frustrante, lo sé. Pero perderías el tiempo –. Continuó  secamente.
Gustav la miró con odio. Todo lo que había dicho era cierto, quería matarla, quería hacerla sufrir y acabar con su existencia. Por desgracia ella tenía razón y era lo que más le importunaba, era intocable. Cualquier intento de dañarla era imposible.
Se acercó al chico, le miró durante un instante y se marchó sin más.  Gustav sintió como una mano fría le alcanzaba, se agitó sobresaltado y miró a Natalie que permanecía oculta tras su larga túnica negra. Apartó su mirada de la de ella y se retiró rudamente, Natalie dejó una daga ensangrentada en una bandeja de plata que Camille le proporcionó.
– ¿Por qué? –. Musitó.
Natalie apartó la capucha de su cabeza, sabía la respuesta a su pregunta, pero no debía saberlo. Optó por marchar en silencio a sus aposentos.


Sus manos estaban por todo su cuerpo. No paraban de tocarla, se sentía más que incomoda con esos toqueteos. Encendió la luz, y los encontró a los tres sonriendo pícaramente.
– Os agradecería que quitarais vuestras manos de mí. Que tengamos que dormir los cuatros juntos no os da motivos para tocarme más de lo debido –. Dijo
Béatrice apurada. Bill y Georg apartaron sus manos rápidamente. – Tom, también iba  por ti.
El chico quitó su mano del muslo de la chica, y sé cruzó de brazos enfurruñado.
– Qué más te da –. Dijo él –. ¿Por qué no imaginas que somos tú querido Gustav? –. Añadió con una mirada lasciva.
Las mejillas de Béatrice se encendieron en un tono carmesí. Dirigió rápidamente su mano al interruptor y terminó la conversación con un “buenas noches”.

Estaba sumergido en un sueño profundo cuando el chirriar de la puerta despertó a Tom. Se elevó sobresaltado hasta quedarse sentado en la cama, y miró la puerta que permanecía entre abierta, apartó la mirada para ver a sus amigos, y faltaba uno. Bill no se hallaba durmiendo, entonces se tranquilizó, seguro estaría en el lavabo y volvió a acostarse. Reposó su cabeza en la almohada y cerró sus ojos dispuesto a seguir durmiendo. Pero, la puerta volvió ha emitir un chirrido y una tenue luz se hizo en el pasillo. Tom salió de la cama, dispuesto a saber quién le estaba importunando a estas horas de la noche. El chico salió al pasillo, y vio la sombra de su hermano proyectada al final del pasillo por la poca luz del corredor.
– ¡Bill! –. Dijo en un susurro –. Se puede saber que demonios haces. Deja de hacer el idiota y ven a dormir.
La figura esquelética del muchacho se movió levemente y sus dedos se retorcieron.
– ¿Bill? –. Dijo Tom acercándose a él lentamente.
Pero no hizo ni dijo nada, sólo parecía estar observándole desde un punto desconocido del corredor. Tom se detuvo. No era normal en su hermano este comportamiento,  estaba demasiado extraño.  Avanzó lentamente y quedó a escasos metros de esa figura alargada y escuálida que no se inmutaba por nada.
– Bill –. Dijo Tom con voz temblorosa.  La sombra huyó de él, Tom avanzó rápidamente  girando la esquina que le impedía verle, pero ahí no había más que las escaleras envueltas en una oscuridad que no le permitía ver más de cuatro escalones.
– Bill –. Llamó nuevamente. Y el silencio le recibió otra vez. Tom estaba cansado de estar jugando con su hermano, tenía sueño y no iba a soportar  las tonterías de Bill, por eso decidió volver a la habitación. Volteó para volver a su habitación, cuando en medio del pasillo encontró a Béatrice. Ella le miraba confusa, cuando Tom estuvo cerca de la chica le habló.
– El idiota de mi hermano me está vacilando –. Replicó enfado en voz baja.
– Tú hermano –. Dijo Béatrice señalando al frente.  Tom miró la dirección en la que iba su dedo y le volvió a ver, esa figura alargada y delgada con esa gran melena alborotada.
– Será pesado el maldito chiquillo este –. Dijo Tom.
– Tom –. Dijo Béatrice –. Y si no es tú hermano…
– ¿Y quién entonces? ¿Georg no los pelos engrifados?
– No me refería a eso…
– No voy a malgastar mi tiempo, vayamos a dormir.
La puerta del baño se abrió de golpe, y Bill salió de él.
– ¿¡Bill!? –. Dijeron los dos chicos sorprendidos. Él bostezó y les miró indiferente.
– ¿Qué?
Béatrice y Tom se giraron, y la sombra seguía allí. Quieta.  El chico estaba confuso, mientra que los rostros de sus amigos estaban sumergidos en espanto.
Béatrice miró a Bill que seguía sin explicación a su extraño comportamiento, ella empezó a  buscar en el suelo la sombra de su amigo. Bill carecía de sombra, pero en cambio en la pared del final del pasillo se proyectaba una figura semejante a la suya.
– Bill… no tienes sombra –. Dijo en un susurro tembloroso.
– ¿Qué dices? Eso es imposible –. Dijo Bill dando vueltas y buscando por todos lados. El chico dejó de girar y miró la sombra que se extendía en la pared del fondo, avanzó decidido hasta ella y la observó preocupado. La sombra empezó ha hacerle señales con la mano; pidiéndole que se acercara. Bill estaba confuso y dudaba de si acercarse más. Extendió la mano, y palpó por la superficie de la pared delicadamente, sintió un tacto muy diferente al que debería tener una pared,  parecía ser tersa y calida. Apartó la mano, y entonces, el brazo derecho de esa figura negra comenzó a moverse hacia él, saliendo de la pared que era equivalente al humo del tabaco. Bill se apartó temeroso, pero fue más rápido y de una manera repentina la mano se metió en la boca del muchacho introduciéndose dentro de él.  Bill sentía como su garganta ardía y esa sensación penetraba en él hasta lo más hondo de su cuerpo.
– ¡¡Bill!! –. Gritó Tom corriendo hacia él. Este estaba de espaldas, moviéndose de una forma extraña.  Se giró repentinamente, su rostro se exponía pálido y sus mejillas estaban hundidas de una forma escalofriante. Sus ojos inyectados en sangre les observaba a ambos de una manera aterradora, y su boca entre abierta revelaba colmillos, largos y amenazadores que cubrían  toda su boca.
Bill abrió la boca de manera sobrehumana y se lanzó hacia ella en un movimiento rápido y contundente.  Sus afilados colmillos se encontraban alrededor de su cuello, desgarrando su fina piel. Tom reaccionó al instante, separando la cabeza de Bill del cuello de ella. Georg al ver a la chica en ese estado, tuvo que intervenir, propinándole a Bill un fuerte golpe que hizo que cayera por las escaleras.
Béatrice se levantó con la ayuda de Georg y Tom, desprendía demasiada sangre, pero esto aún no había acabado, tenían que encontrar a Bill antes. Tom se aproximó hacia las escaleras; los jadeos de su hermano similares a los de una bestia enfurecida  se escuchaban por la planta baja.
– Béatrice, será mejor que te quedes aquí –. Dijo él mientas cogía un candelabro.
Ella aunque quería ayudarles, en su estado no sería más que un estorbo. Béatrice fue en dirección del baño en un intento de ir a curar esa horrible herida.
Los pasos apresurados del chico se escuchaba a su alrededor,  tirando a su vez los distintos objetos  del mobiliario del hostal. Tom desconocía la posición de su hermano… o de lo que quedaba de él, y eso les ponía en una gran desventaja.
– ¿Cuál es el plan? –. Susurró Georg al oído de Tom.
– No lo sé, por ahora tenemos que encontrarle y atraparle –, respondió –. No quiero hacerle daño –. Concluyó en tono melancólico.
La llama de la vela osciló, por un instante pensaron que se extinguiría dejándoles a merced de la oscuridad y ese ser que se escondía entre ella.
Tom se iba aproximando cada vez más a la pared lateral, cada vez se encontraba más cerca, y a su vez del  lugar donde se ocultaba su hermano…
Béatrice presionó con una toalla la herida causada por el muchacho, la sangre seguí brotando. Y no encontraba vendas ni semejantes para la herida. Y entonces lo inevitable pasó, sus ojos comenzaron a cerrarse lentamente y lo siguiente que vio fue el rostro de Bill y el interior de su boca brillar.  Béatrice resurgió al instante de haber caído, algo de suma importancia había sido visto y tal vez esa era la salvación de Bill.

Palpaba la superficie de la pared, intentando guiarse en la oscuridad, la llama volvió a oscilar nuevamente.
– Bill –. Dijo Tom entre dientes.
 Avanzó rápidamente y apretó el interruptor, la luz se hizo en la sala pero en ningún lugar de esta se encontraba él. Dejó el candelabro en la mesa y avanzó por la gran estancia. Sintió una corriente de aire pasar tras de si, Tom y Georg se giraron al instante y allí estaba él, colgando del techo con unas largas y afiladas uñas negras esperándole, Bill se movió rápidamente y calló justo delante de su hermano, él rehuyó sus garras, pero su mano consiguió alcanzar su rostro, arañándole desde la parte inferior de su oreja hasta el comienzo de sus labios. Tom intentó defenderse de él  dándole una  patada en el costado izquierdo, pero no pudo, porqué Bill huyó por encima de sus cabezas dejándoles a ambos anonadados. Dirigió su mano a la mejilla, estaba empapado en sangre, buscó con la mirada a su hermano y lo encontró subido en la gran lámpara que se columpiaba en el techo. Tom agarró el candelabro que residía sobre la mesa y esperó paciente a que Bill fuera a por ellos. Georg vaciló un instante, pero se puso a la altura de su amigo. Le cedió el candelabro que portaba en sus manos, Georg comprendió que él era incapaz de dañar a su hermano y a pesar de que él mismo tampoco pudiese debía hacerlo por el bien de los cuatro.
Bill se movió rápidamente por el techo del hostal, como si de una araña se tratase desafiando totalmente la gravedad. Aproximó sus largas uñas al cuello descubierto de Tom; iba a degollarlo. Sus ojos se abrieron de sobremanera, estaba tendido en el suelo junto a él, ¿qué había hecho? Estaba… ¿muerto? La sangre brotaba de la herida de su cabeza.
– ¿Está muerto? –. Dijo Tom con temor. Dieron la vuelta a Bill y lo dejaron descasando boca arriba. Tenía pulso,  el golpe no había sido tan fuerte como para matarlo, solo le había  dejado inconsciente. Los dos se sentaron a los lados del cuerpo y resoplaron sonoramente.
– ¿Qué hacemos con él? –, dijo Tom amargamente –. ¿Cómo hacemos que vuelva a ser el mismo?
Georg miraba el candelabro, ahora sobre la mesa, humedecido en sangre. Pero no dijo nada, no sabía que hacer en esta situación. El cuerpo de su amigo empezó a moverse de una forma extraña, temblando violentamente. Ambos se acercaron a él. Y entonces sus ojos se abrieron repentinamente, abrió  su boca mostrando sus colmillos y entonces, cuando los dos creían  que este era su final. Una mano entró inesperadamente en la boca el muchacho, abriéndose paso por su garganta y destrozándola a su vez.
– ¡Béatrice! –. Dijeron los dos al unísono perplejos ante tal suceso. La chica continuó introduciendo su mano, parecía que fuese a partir al chico por la mitad, tenía totalmente dentro su brazo.
– Béatrice –. Musitó Tom. La chica comenzó a sacar el brazo. Georg y Tom la miraban sin saber que hacer ni qué decir. Y entonces los dos lo vieron, una piedra del tamaño de la palma de su mano, salpicada de una sustancia negra parecida al alquitrán, no podían creer que se tratase de la segunda piedra. La chica limpió la superficie de esta y vieron la estrella de cinco puntas.
– ¿Pero cómo? –. Dijo Tom.
– No lo sé, solo supe que estaba en Bill.
Los tres centraron su atención en el muchacho de cabellos negros, que respiraba con dificultad. Béatrice acarició su rostro y él la miró, sus ojos había vuelto a ser marrones, él había vuelto a ser Bill.
– Lo siento. No supe hasta que punto te podía hacer daño. Pero tenía que intentarlo.
La habitación había quedado destrozada, llenas de rasguños y sangre, pero lo más preocupante era su herida, la gran marca que había dejado en el cuello de Béatrice, que todos desconocían hasta que punto podría afectarle.


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Siento el retraso, espero que les haya gustado. ^^

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